miércoles, 25 de enero de 2012

NO ES EL OTRO , SOY YO...

¿Quién te hace sufrir? ¿Quién te rompe el corazón? ¿Quién te lastima? ¿Quién
te roba la felicidad o te quita la tranquilidad? ¿Quién controla tu vida?...


¿Tus padres? ¿Tu pareja? ¿Un antiguo amor? ¿Tu suegra? ¿Tu jefe?...

Podrías armar toda una lista de sospechosos o culpables. Probablemente sea
lo más fácil. De hecho sólo es cuestión de pensar un poco e ir nombrando a
todas aquellas personas que no te han dado lo que te mereces, te han tratado
mal o simplemente se han ido de tu vida, dejándote un profundo dolor que
hasta el día de hoy no entiendes.

Pero ¿sabes? No necesitas buscar nombres. La respuesta es más sencilla de lo
que parece, y es que nadie te hace sufrir, te rompe el corazón, te daña o te
quita la paz. Nadie tiene la capacidad al menos que tú le permitas, le abras
la puerta y le entregues el control de tu vida.

Llegar a pensar con ese nivel de conciencia puede ser un gran reto, pero no
es tan complicado como parece. Se vuelve mucho más sencillo cuando
comprendemos que lo que está en juego es nuestra propia felicidad. Y
definitivamente el peor lugar para colocarla es en la mente del otro, en sus
pensamientos, comentarios o decisiones.

Cada día estoy más convencido de que el hombre sufre no por lo que le pasa,
sino por lo que interpreta. Muchas veces sufrimos por tratar de darle
respuesta a preguntas que taladran nuestra mente como: ¿Por qué no me llamó?
¿No piensa buscarme? ¿Por qué no me dijo lo que yo quería escuchar? ¿Por qué
hizo lo que más me molesta? ¿Por qué se me quedó viendo feo? y muchas otras
que por razones de espacio voy a omitir.

No se sufre por la acción de la otra persona, sino por lo que sentimos,
pensamos e interpretamos de lo que hizo, por consecuencia directa de haberle
dado el control a alguien ajeno a nosotros.

Si lo quisieras ver de forma más gráfica, es como si nos estuviéramos
haciendo vudú voluntariamente, clavándonos las agujas cada vez que un
tercero hace o deja de hacer algo que nos incomoda. Lo más curioso e injusto
del asunto es que la gran mayoría de las personas que nos "lastimaron",
siguen sus vidas como si nada hubiera pasado; algunas inclusive ni se llegan
a enterar de todo el teatro que estás viviendo en tu mente.

Un claro ejemplo de la enorme dependencia que podemos llegar a tener con
otra persona es cuando hace algunos años alguien me dijo:

"Necesito que Luis me diga que me quiere aunque yo sepa que es mentira. Sólo
quiero escucharlo de su boca y que me visite de vez en cuando aunque yo sé
que tiene otra familia; te lo prometo que ya con eso puedo ser feliz y me
conformo, pero si no lo hace... siento que me muero".

¡Wow! Yo me quedé de a cuatro ¿Realmente esa será la auténtica felicidad?
¿No será un martirio constante que alguien se la pase decidiendo nuestro
estado de ánimo y bienestar? Querer obligar a otra persona a sentir lo que
no siente... ¿no será un calvario voluntario para nosotros?

No podemos pasarnos la vida cediendo el poder a alguien más, porque
terminamos dependiendo de elecciones de otros, convertidos en marionetas de
sus pensamientos y acciones.

Las frases que normalmente se dicen los enamorados como: "Mi amor, me haces
tan feliz", "Sin ti me muero", "No puedo pasar la vida sin ti", son
completamente irreales y falsas. No porque esté en contra del amor, al
contrario, me considero una persona bastante apasionada y romántica, sino
porque realmente ninguna otra persona (hasta donde yo tengo entendido) tiene
la capacidad de entrar en tu mente, modificar tus procesos bioquímicos y
hacerte feliz o hacer que tu corazón deje de latir.

Definitivamente nadie puede decidir por nosotros. Nadie puede obligarnos a
sentir o a hacer algo que no queremos, tenemos que vivir en libertad. No
podemos estar donde no nos necesiten ni donde no quieran nuestra compañía.
No podemos entregar el control de nuestra existencia, para que otros
escriban nuestra historia. Tal vez tampoco podamos controlar lo que pasa,
pero sí decidir cómo reaccionar e interpretar aquello que nos sucede.

La siguiente vez que pienses que alguien te lastima, te hace sufrir o
controla tu vida, recuerda: No es él, no es ella...ERES TÚ quien lo permite
y está en tus manos volver a recuperar el control.

"Al hombre se le puede arrebatar todo, salvo una cosa: La última de las
libertades humanas- la elección de la actitud personal que debe adoptar
frente al destino- para decidir su propio camino"


Este es un ensayo de Víctor Frankl, neurólogo, siquiatra, sobreviviente el
holocausto y el fundador de la disciplina que conocemos hoy como logoterapia.
Texto tomado de www.cecura.org.mx

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