domingo, 11 de diciembre de 2011

LA INCOMUNICACIÓN FAMILIAR









Casos reales del consultorio:

Caso 1:
Viven en la misma casa, duermen en la misma cama, estos esposos solo se hablan por email. Cuando el esposo esta en la casa ella no puede ni acercarse, el se la pasa viendo deportes o leyendo el periódico.

Caso 2:
Esta parejita de novios se preparan para casarse, el vive en New York, ella en Santo Domingo. Ellos hablan horas todas los días por teléfono, el problema es que cuando el viene no encuentran que decirse, no saben hablarse en persona y ella teme que esto afecte su futuro matrimonio que ya esta cerca.

Caso 3:
La madre viene desesperada, el hijo adolescente se encierra en su habitación pasa todo el día y la noche en la computadora, no duerme, casi no come y va mal en el colegio.

Caso 4:
Unos padres le dan permiso a su hija para ir a una fiesta con sus amigos, cuando se pasa la hora de llegada, se preocupan y llaman una y otra vez al celular, se angustian, pero nada, no consiguen comunicarse, otra vez, siempre el mismo cuento: que se descargo el celular…que no tenia señal…que se le acabaron los minutos.


Caso 5:
Un padre recibió atónito una foto de su hija de 14 años desnuda, ella misma se la tomo con su webcam para complacer a un novio mayor que ella, y el tipo la mando a todo el mundo por Internet.



Cada una de estas historias es verdadera y han motivado que quienes las viven acudan a terapia. Estos ejemplos ponen de relieve el serio problema de la incomunicación en las familias.

Y es que aunque estamos más conectados por los modernos aparatos cada vez más las familias están incomunicadas.

De todas las funciones que tiene la familia la comunicación es la principal pues de ella dependen los otros acuerdos entre los miembros de la familia, especialmente en la pareja y entre padres e hijos.

Uno de los grandes problemas de las familias de hoy es la incomunicación provocada por el exceso de conexiones externas.

Conectados no comunicados así es como conviven las familias hoy día pero la principal aliada de la incomunicación familiar es la televisión.

Citemos a SS Juan Pablo II


Juan Pablo II: Formar a los niños a veces significará simplemente apagar el televisor

“La televisión puede tener efectos negativos en la familia, aún cuando los programas televisuales en sí mismos no sean moralmente criticables. Ella puede llevar a los miembros de la familia a aislarse en mundos privados, apartándolos de auténticas relaciones interpersonales, también puede dividir la familia alejando a los padres de los hijos, y a los hijos de los padres. (...)

“Formar los hábitos de los niños significará a veces, simplemente apagar el televisor porque hay cosas mejores para hacer, o porque la consideración por otros miembros de la familia lo exige, o porque la visión indiscriminada de la televisión puede ser dañina. Los padres que hacen uso regular y prolongado de la televisión como una especie de “niñera electrónica” abdican de su papel de educadores primeros de sus hijos. Tal dependencia de la televisión puede privar a los miembros de la familia de oportunidades de interactuar uno con el otro por medio de la conversación, de actividades y de la oración en común”.

S.S. JUAN PABLO II, Mensaje para la XXVIII Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, “Televisióne e famiglia: criteri per sane avitudini nei vedere”, L’Osservatore Romano, 24-25/01/94

domingo, 4 de diciembre de 2011

LA NIÑA DE LOS FÓSFOROS Y LA GENEROSIDAD


La niña de los fósforos
Por Hans Christian Andersen


                                                              



¡Qué frío tan atroz! Caía la nieve, y la noche se venía encima. Era el día de Nochebuena. En medio del frío y de la oscuridad, una pobre niña pasó por la calle con la cabeza y los pies desnuditos.

Tenía, en verdad, zapatos cuando salió de su casa; pero no le habían servido mucho tiempo. Eran unas zapatillas enormes que su madre ya había usado: tan grandes, que la niña las perdió al apresurarse a atravesar la calle para que no la pisasen los carruajes que iban en direcciones opuestas.

La niña caminaba, pues, con los piececitos desnudos, que estaban rojos y azules del frío; llevaba en el delantal, que era muy viejo, algunas docenas de cajas de fósforos y tenía en la mano una de ellas como muestra. Era muy mal día: ningún comprador se había presentado, y, por consiguiente, la niña no había ganado ni un céntimo. Tenía mucha hambre, mucho frío y muy mísero aspecto. ¡Pobre niña! Los copos de nieve se posaban en sus largos cabellos rubios, que le caían en preciosos bucles sobre el cuello; pero no pensaba en sus cabellos. Veía bullir las luces a través de las ventanas; el olor de los asados se percibía por todas partes. Era el día de Nochebuena, y en esta festividad pensaba la infeliz niña. 

Se sentó en una plazoleta, y se acurrucó en un rincón entre dos casas. El frío se apoderaba de ella y entumecía sus miembros; pero no se atrevía a presentarse en su casa; volvía con todos los fósforos y sin una sola moneda. Su madrastra la maltrataría, y, además, en su casa hacía también mucho frío. Vivían bajo el tejado y el viento soplaba allí con furia, aunque las mayores aberturas habían sido tapadas con paja y trapos viejos. Sus manecitas estaban casi yertas de frío. ¡Ah! ¡Cuánto placer le causaría calentarse con una cerillita! ¡Si se atreviera a sacar una sola de la caja, a frotarla en la pared y a calentarse los dedos! Sacó una. ¡Rich! ¡Cómo alumbraba y cómo ardía! Despedía una llama clara y caliente como la de una velita cuando la rodeó con su mano. ¡Qué luz tan hermosa! Creía la niña que estaba sentada en una gran chimenea de hierro, adornada con bolas y cubierta con una capa de latón reluciente. ¡Ardía el fuego allí de un modo tan hermoso! ¡Calentaba tan bien!

Pero todo acaba en el mundo. La niña extendió sus piececillos para calentarlos también; más la llama se apagó: ya no le quedaba a la niña en la mano más que un pedacito de cerilla. Frotó otra, que ardió y brilló como la primera; y allí donde la luz cayó sobre la pared, se hizo tan transparente como una gasa. La niña creyó ver una habitación en que la mesa estaba cubierta por un blanco mantel resplandeciente con finas porcelanas, y sobre el cual un pavo asado y relleno de trufas exhalaba un perfume delicioso. ¡Oh sorpresa! ¡Oh felicidad! De pronto tuvo la ilusión de que el ave saltaba de su plato sobre el pavimento con el tenedor y el cuchillo clavados en la pechuga, y rodaba hasta llegar a sus piececitos. Pero la segunda cerilla se apagó, y no vio ante sí más que la pared impenetrable y fría. 

Encendió un nuevo fósforo. Creyó entonces verse sentada cerca de un magnífico nacimiento: era más rico y mayor que todos los que había visto en aquellos días en el escaparate de los más ricos comercios. Mil luces ardían en los arbolillos; los pastores y zagalas parecían moverse y sonreír a la niña. Esta, embelesada, levantó entonces las dos manos, y el fósforo se apagó. Todas las luces del nacimiento se elevaron, y comprendió entonces que no eran más que estrellas. Una de ellas pasó trazando una línea de fuego en el cielo.

-Esto quiere decir que alguien ha muerto- pensó la niña; porque su abuelita, que era la única que había sido buena para ella, pero que ya no existía, le había dicho muchas veces: "Cuando cae una estrella, es que un alma sube hasta el trono de Dios".

Todavía frotó la niña otro fósforo en la pared, y creyó ver una gran luz, en medio de la cual estaba su abuela en pie y con un aspecto sublime y radiante. 

-¡Abuelita!- gritó la niña-. ¡Llévame contigo! ¡Cuando se apague el fósforo, sé muy bien que ya no te veré más! ¡Desaparecerás como la chimenea de hierro, como el ave asada y como el hermoso nacimiento!

Después se atrevió a frotar el resto de la caja, porque quería conservar la ilusión de que veía a su abuelita, y los fósforos esparcieron una claridad vivísima. Nunca la abuela le había parecido tan grande ni tan hermosa. Cogió a la niña bajo el brazo, y las dos se elevaron en medio de la luz hasta un sitio tan elevado, que allí no hacía frío, ni se sentía hambre, ni tristeza: hasta el trono de Dios.

Cuando llegó el nuevo día seguía sentada la niña entre las dos casas, con las mejillas rojas y la sonrisa en los labios. ¡Muerta, muerta de frío en la Nochebuena! El sol iluminó a aquel tierno ser sentado allí con las cajas de cerillas, de las cuales una había ardido por completo.

-¡Ha querido calentarse la pobrecita!- dijo alguien. 

Pero nadie pudo saber las hermosas cosas que había visto, ni en medio de qué resplandor había entrado con su anciana abuela en el reino de los cielos.








LA GENEROSIDAD

  
                                                

Definición
Es servir con auténtico desprendimiento sin esperar nada a cambio, buscando el bien de los demás.

Tema
Ser generoso es ser grande, enriquece a la persona que la practica, porque nada te hará más humano que el que puedas desprenderte de ti mismo para compartir con los demás.
Cuando tienes esta cualidad, tus sentimientos los das a quienes te rodean,  estando al pendiente de sus palabras, expresiones y acciones; te das sin esperar nada cambio.

Si eres generoso te olvidas del egoísmo, no esperas a que alguien te diga “te necesito”, te muestras con entusiasmo y te entregas desde el principio hasta el fin, piensas en lo maravilloso que es poder  ayudar y agradeces la oportunidad de servir.

Si alguien está decaído, triste o enfermo, tu generosidad te permite ofrecer un trato amable, de respeto y compartir tu tiempo libre con el que más lo necesita, sin esperar nada a cambio.

Una persona generosa lucha por mantener la unidad y la felicidad con las personas con las que convive, se da la oportunidad de ayudar a su comunidad ya sea reforestando,  cuidando su entorno o sirviendo con entusiasmo a los demás.

Si buscas servir y hacer sentir bien a todos, eres digno de recibir lo mejor y estás reforzando este valor de la generosidad con esas buenas acciones que realizas; piensa que siempre puedes hacer algo más por las personas que están cerca de ti.

Agradece por todo lo que tienes y recibes, dedica tiempo a quien lo necesita, desarrolla tu capacidad de dar y de descubrir ese espíritu de servicio que posees a favor de los demás.

Cómo desarrollar la generosidad

Sabías que...... una persona generosa  es digna de reconocimiento si hace pequeñas acciones como:

 Compartir el tiempo con quien más lo necesita.

 Cooperar con sus vecinos con una actitud positiva.

 Ser agradecido y hacerlo saber.

 Piensa positivamente

 “En un equipo, la generosidad se demuestra ayudando a los demás”

“Es asombroso aprender de las  personas que me rodean, pero más          asombroso es aprender a escucharlos”

“Donde sobran las buenas acciones está presente la generosidad”

 Para reflexionar

 Decálogo de la generosidad

1. Apreciar los buenos actos de los demás.

2. Actuar a favor de otras personas desinteresadamente, sin que nos cueste esfuerzo.

3. Ser generoso supone utilizar la voluntad para hacer el bien.

4. Decidir libremente el dar cosas, tiempo, el perdonar, el escuchar, el saludar, el recibir, etc.

5. Valorar lo que se tiene y dar de acuerdo con la necesidad de las personas.

6. Tener disponibilidad cuando alguien necesite ser escuchado, sin esperar conseguir algo a cambio.

7. Esforzarte por hacer la vida agradable a los demás, saludando a alguien con quien no tienes amistad.

8. Servir a los demás con el deseo y la seguridad de querer hacerlo.

9. Crear un ambiente de participación y de servicio en la familia.

10. La generosidad es fundamental para que la persona llegue a tener plenitud en su vida.

Que implica la generosidad en la familia:

 Ayudarnos en las labores que cada uno realiza en el hogar

Tener mesura al gastar dinero en cosas que no son de utilidad y afectan la economía

Pedir permiso para los paseos con amigos, así como el estar consciente de que nuestros padres no pueden tener dinero para darnos cuanto nosotros solicitamos

Convivir con los miembros de la familia, así tengamos que renunciar a parte del tiempo libre personal.

fuente: autor desconocido