lunes, 22 de agosto de 2011

LUDOPATIA ADICCION AL JUEGO


 una conducta de juego inadaptada, persistente y recurrente, que alterase la continuidad de la vida personal, familiar o profesional.
Hoy en día, con la experiencia que existe en diferentes países, nos gustaría desarrollar una definición más ajustada al modelo de adicción que, nos parece, explica mejor que ha ocurrido en Catalunya y España en los últimos años, con unos resultados que se manifiestan insistentemente para cualquier observador.

1-El aumento exagerado en la demanda de atención por problemas con algunos juegos de apuestas.
2-El aumento del número de afectados que reflejan en los algunos estudios científicos.
3-El aumento de las cantidades desproporcionadas, que han acabado gastándose los ciudadanos en algunos juegos de apuestas legales, los últimos veinte años.
Podemos afirmar, llegado este punto, que la Ludopatía es un trastorno del comportamiento, entendiendo el comportamiento como la expresión de la psicología del individuo, que consiste en la pérdida de control en relación con un juego de apuestas o más, tanto si incide en las dificultades que supone para el individuo dejar de jugar cuando está apostando, como si nos referimos a mantenerse sin apostar definitivamente en aquel juego o en otros, y estas dificultades siguen un modelo adictivo en la mayoría de los casos, tanto en la manera en como se adquiere o mantiene el trastorno, como en las distorsiones de pensamiento, emocionales y comunicacionales que provoca y ,desgraciadamente ,en los efectos desastrosos en las relaciones familiares y amorosas del jugador .
Es decir, por su etiología, por su curso , por su pronóstico y por las variables implicadas, el juego patológico o Ludopatía, es una adicción en la mayoría de los casos, por ello hablamos de enfermedad crónica.
Se contenga mejor o peor, el ludópata, fácilmente tendrá problemas con las apuestas, porque los aspectos motivacionales activarán memoria, vivencias, esquemas de acción y una estructura adictiva , aspectos que ya había desarrollado con el trastorno y que no puede borrar.
Que algunos juegos de apuestas tengan una capacidad tan exagerada de afectar a ciudadanos de todo tipo, sin discriminar en edad, sexo, nivel cultural, nivel económico, personalidad, clase social, estructura genética …facilita nuestra convicción respecto a su potencial adictivo para con las personas que apuesten habitualmente.

¿PORQUÉ ENFERMEDAD EN LUGAR DE VICIO?

A pesar de la aceptación y de la promoción social de la actividad, llamémosle proculturalidad, que genera una imagen de los juegos de apuestas como actividades de ocio, diversión, distracción y asociadas a alegría y fortuna, como si no provocasen efectos en la salud mental de los participantes, podemos evidenciar una primera contradicción; Las autoridades al prohibir el uso a menores de edad ya aceptan, implícitamente, la peligrosidad de los juegos de apuestas y eso desmonta muchas explicaciones e intentos de atribuir toda la responsabilidad al jugador, como único responsable del trastorno que padece, sea a nivel social utilizando el término vicioso para describir al enfermo, sea alegando estudios “científicos”, estadísticos o razonamientos jurídicos, por parte de los beneficiarios de la actividad o de las propias administraciones.
Si reflexionamos sobre la terminología vicioso podríamos llegar a la conclusión de que está cargada de prejuicios y se puede utilizar incluso como insulto, referida a un tipo de comportamiento o actitud que no se acepta socialmente, que tiene una intensa carga moral sobre algo que, lejanamente, era pecado por el placer que producía.
Por el contrario, si le sacamos su carga religiosa e histórica y empezamos a pedir al ciudadano ejemplos de qué entiende por vicio, encontraremos muchos problemas de coincidencia. Con el ejemplo del fumar se entenderá muy bien. Hay gentes para quienes fumar es un vicio, independientemente de la frecuencia con que se haga, sea en bodas, en fiestas esporádicas... para otros existe toda vez que se haga periódicamente, hay quienes ven como vicioso a aquel que fuma mas de cuatro cigarrillos diarios, otros si se fuma entre un paquete o dos .
En el caso del juego, la consideración se amplia no sólo al número de veces que se juega , se valora la cantidad que podría o debería jugar, y volvemos a tropezar con el subjetivismo; Que si más de mil , si más de 5000, si está alterado o no, si depende de cuanto gana al mes o del patrimonio que posee , ... es decir, razones diferentes que a menudo sin conocerlas, no serían ningún impedimento para calificar a un jugador de vicioso, pero que objetivamente tanto se pueden referir a un jugador sin ningún problema importante como, si se quiere, a un adicto claramente enfermo y muy degradado en su comportamiento y en su situación social .
Por todo ello, nuestra perspectiva sobre la terminología a utilizar, con la ausencia en la actualidad de estudios profundos con análisis categoriales, será que el vicio sólo es una opinión subjetiva y peyorativa sobre determinadas actividades relacionadas con la obtención de placer y, históricamente en religión, con el pecado.
Puede servir para culpabilizar o estigmatizar a los individuos, de hecho muchos jugadores lo utilizan para negar sus posibilidades de luchar contra el trastorno, pero en ningún caso es una calificación realista de la situación en que se encuentran los jugadores, ni cuando no tengan problemas con el juego, ni cuando empiecen a tener problemas más o menos importantes, ni cuando tengan suficientes áreas afectadas a nivel personal para diagnosticarlos como jugadores patológicos.
No hablaremos de criterios diagnósticos reservados a los profesionales, aunque es evidente que tenemos la obligación de orientar del proceso y las afectaciones que con más frecuencia hemos encontrado en la práctica clínica, permitiendo que cada cual se identifique o se ubique en la situación por la que pueda estar pasando, ni que sea mediante analogías.

¿CÓMO SE LLEGA A TENER PROBLEMAS CON EL JUEGO ?
Podemos ilustrar un ejemplo general y muy habitual, según como interpretemos el testimonio de miles de jugadores, de como se ha desarrollado el proceso en que han acabado teniendo problemas con los juegos y las apuestas. No diferenciaremos entre si los problemas son continuados o recurrentes, es decir de vez en cuando, porque el trastorno se puede tener en los dos casos, ello no explicará el nivel de degradación que variaría en función de otros factores que acerquen al jugador a situaciones de desesperación o endeudamiento hasta provocar ,por ejemplo, la demanda de ayuda o el descubrimiento por parte de la familia.
Habitualmente el jugador se inicia en una situación social determinada, sea con amigos, familiares o compañeros de trabajo, se puede proponer apostar de manera puntual a la máquina, ir a celebrar un aniversario o cualquier evento festivo al bingo o al casino, seguir con un modelo de tradición familiar o social, jugando combinaciones de fechas a la lotería, por ejemplo.
Igualmente, es fácil que quienes a menudo entran en contacto, en los bares, con las tragaperras, se puedan iniciar solos en la dinámica de juego, ver como otros sacan el premio, intentar distraerse si están aburridos o haciendo tiempo para hacer otras actividades, sobretodo porque no interpretan que lo que hagan sea tan peligroso.

En un plazo de tiempo entre 2 meses y cinco años, estos jugadores que se inician en el juego pasarán a ser jugadores habituales en un porcentaje muy grande y poco estudiado, aún siendo pocos los premios que les hayan tocado, interpretando que no pierden mucho, o quizás que en el bar, bingo o casino, tienen un círculo de relaciones satisfactorias, entre otros razonamientos, mantendrán el convencimiento de que la situación de juego no se les escapa de las manos.
Este nivel de juego se puede mantener según cada caso particular más o menos a escondidas, pero supone una afectación directa en las relaciones afectivas y de confianza que comportará recurrir repetidamente al engaño, sea mintiendo o escondiendo la existencia del dinero con que juega.
Se da con facilidad que se mantiene la preocupación por no ser descubierto, el deseo o la necesidad de recuperar, de quitarle importancia al problema, de poder con la máquina, con otros jugadores o con los beneficiarios de la actividad, y el convencimiento de que puede controlarlo o dejarlo cuando quiera, con las mismas estrategias de cerrarse en sí mismo que lo han culpabilizado y avergonzado. Todo ello mantendrá al jugador en la estructura adictiva que ha ido desarrollando a nivel psicológico.
Todo el esfuerzo y la represión que pueda asumir en sus intentos por dejar de jugar, fácilmente acabarán en un intento de demostrarse a sí mismo que vuelve a controlar, a ser una persona “normal” y que el trastorno no tiene, justamente en esos momentos de recaída, la importancia que tenía anteriormente, porque ya hacía semanas, meses o años que no jugaba.
Con estas contradicciones volver a recaer es fácil y aparecen episodios donde a menudo aumenta la intensidad, en función de como intervienen otros factores, por ejemplo:
  • La disponibilidad de dinero del jugador y el control que existe a nivel familiar.
  • La intensidad con que se actualizan las ilusiones de control o la incapacidad para recuperar la conciencia en situaciones de recaída.
  • Los problemas cotidianos o eventos vitales que acentúen el aislamiento y la negación del problema, utilizando el juego como una manera de refugiarse o huir de los problemas .
Será más fácil que el jugador se descubra por insolvencia, acumulación de deudas, desesperación o a veces por casualidad, que no que pueda pensar y actuar de manera eficaz frente el trastorno.

Si ha empezado a jugar: No aumente la apuesta, ni el número de jugadas, ni el tiempo que dedica a jugar. Juegos como las tragaperras, el bingo i el casino afectaban  miles de personas, son claramente adictivos y usted tiene una probabilidad demasiado alta para engancharse si los practica periódicamente.

Si apuesta más de dos veces o juega más de 15 minutos a la semana: RECUERDE, EL 40% de los que así lo hacen acaban teniendo problemas con el juego, es un promedio que no hace distinciones entre juegos de mucho o poco potencial adictivo.

Propóngase dejar de jugar, o jugar como mucho como lo hacia cuando empezó, sin dedicarle más tiempo ni más dinero.


Si ha vuelto a jugar, habiéndose propuesto que lo dejaría: No se avergüence porque es normal que le ocurra, usted es responsable de jugar o no jugar al iniciarse en el juego, pero no se culpabilice de la enfermedad, determinados juegos tienen un potencial adictivo del que las autoridades y la prensa poco han informado .

Es muy fácil pensar y compartir las conductas y los prejuicios sociales, atribuir a lo vicioso o débil que es la persona enganchada. Por muy culpable y hundido que se sienta debe entender que el proceso de adicción al juego és un proceso de aprendizaje imperceptible y complejo, en el cual caen ciudadanos de gran voluntad, mérito e inteligencia.

La única muestra válida de arrepentimiento pasará por hacer todo lo posible para rehabilitarse del trastorno, por recuperar la responsabilidad de tener una buena salud, todo lo posible por batir al enemigo contra el que puede luchar cada día un poco más, como si fuera un entrenamiento y necesitara un entrenador, tanto da si está poco o muy degradado.

Contacte con una asociación y explique el problema a quién más le quiere, en quién más confiaría para resolver un problema de salud. Debe confiar en su familia y en los profesionales, no hay otro camino a escoger frente a la enfermedad, se debe aprender de los errores propios y de la experiencia y conocimientos de los demás para salir del problema, escondiendo y engañando no se puede salir del problema, sólo conseguirá mantener la desconfianza y el aislamiento al que le condena el trastorno.

REFERENCIA: LUDOPATIA.ORG

Según el DSM-IV el diagnóstico de ludopatía se estable cuando se cumplen al menos cuatro de las condiciones o características siguientes:
 1. Frecuente y creciente preocupación por el juego o por obtener dinero para jugar, con tendencia a rememorar experiencias lúdicas del pasado y a planear nuevas actividades.
 2. Jugar con frecuencia mayor cantidad de dinero o por un periodo de tiempo más largo en relación con lo previsto.
 3. Necesidad de incrementar el volumen o la frecuencia de las apuestas para conseguir la excitación deseada.
 4. Intranquilidad e irritabilidad en caso de no poder jugar o al intantar reducir o dejar el juego.
 5. Pérdidas repetidas de dinero debidas al juego y reiteración en la conducta de juego con el propóstio de recuperar las pérdidas.
 6. Repetidos esfuerzos infructuosos por abandonar o reducir el juego.
 7. Aumento de la conducta de juego ante dificultades psicológicas o sociales.
 8. Sacrificio de obligaciones familiares, sociales u ocupacionales para poder jugar.
 9. Persistencia en el juego (incapacidad de abstención) a pesar de la imposibilidad de pagar las deudas crecientes o a pasar de otros problemas significativos (sociales, ocupacionales, legales), que la persona sabe que son incrementados por el juego.
Controversia Actual En El Diagnóstico


La ludopatía es una enfermedad que se caracteriza básicamente por la adicción al juego. Un ludópata tiene una conducta descontrolada en lo que respecta a los juegos de apuestas y azar. Los jugadores compulsivos por lo general sienten una especie de rechazo hacia su problema o vergüenza de que otras personas lo sepan, razón por la cual tienden a ocultar su enfermedad. A pesar de esto, hay ciertos síntomas que permiten reconocer fácilmente a un individuo que tiene ludopatía.
A continuación enumeraremos dichos síntomas para que puedas determinar si algún familiar, amigo o conocido tuyo es adicto al juego. Antes que nada, cabe destacar que la Asociación Estadounidense de Psiquiatría ha determinado que los ludópatas son aquellos individuos que manifiestan un comportamiento con cinco o más de los siguientes síntomas:
- Delinquir para jugar: Los ludópatas, en su desesperación para jugar, pueden llegar al punto de cometer delitos con el fin de adquirir dinero para poder apostarlo.
- Inquietud al dejar de jugar: En muchas ocasiones, estas personas tienen una sensación de irritabilidad o incomodidad cuando intentan jugar menos o bien cuando saben que tienen que dejar de jugar por algún motivo.
- Utilizar al juego como un escape: Los individuos que sufren de ludopatía por lo general recurren al juego y a las apuestas para olvidarse de sus problemas o escapar de sus sentimientos de tristeza.
- Apostar más para recuperar ganancias perdidas: Los ludópatas se convencen a sí mismos que pueden recobrar aquel dinero que perdieron en partidas anteriores.
Otros signos que indican que una persona puede sufrir ludopatía son:
- Tener muchos intentos inútiles para abandonar el juego por completo, o bien para jugar menos.
- Perder el trabajo, una relación amorosa, amistades u otro tipo de oportunidades por el juego.
- Mentir acerca de la cantidad de tiempo que se empleó para jugar, o bien sobre la cantidad de dinero que se gastó apostando.
- Pedir dinero prestado para compensar las ganancias que se perdieron jugando.
- Necesidad de apostar cada vez más dinero para sentir una sensación de excitación o placer.

Lo que menos pierde un ludópata es plata. El jugador compulsivo pierde la familia, la dignidad, la noción de la realidad, los buenos amigos que no juegan y se van apartando de uno. La situación se fue deteriorando hasta que llegó la separación

Jugar compulsivamente es un síndrome de dependencia. Un ludópata argentino cuenta su experiencia
Jugar no es malo. Más aún, el juego es parte del proceso de maduración y aprendizaje de las personas. El problema es cuando se convierte en un síndrome de dependencia conocido como ludopatía.


Se trata de una patología que desde 1992 es reconocida como una enfermedad por la Organización Mundial de la Salud.
El ludópata es aquella persona que tiene un impulso irreprimible de jugar, a pesar de ser consciente de las consecuencias personales, sociales y económicas de esa conducta.
Aunque no hay estadísticas oficiales al respecto, se estima que entre el 1% y el 3% de la población mundial es adicta al juego.
De esta población, entre 5 y 20 millones viven en América Latina.
“En Argentina, la ludopatía está creciendo muchísimo porque la oferta es impresionante. Hay bingos en todos los barrios. Es un negocio muy productivo para quien lo maneja”, dijo Isabel Sánchez Sosa, directora y coordinadora de la Asociación de Jugadores Compulsivos de Argentina que fue creada hace 26 años, la primera en tratar esta enfermedad.
Luis, un argentino de 70 años, fue uno de sus primeros pacientes. Ya recuperado, le contó su historia a BBC Mundo.
“Mi historia empieza desde muy chico. Mi papá no sabía leer y yo, ya desde los ocho años, le leía las carreras de caballos y qué jockeys participaban en ellas.
En mi casa jugaban todos. Mi papá jugaba, mi hermano también, y yo también tomé esa desgracia.
Empecé a jugar a los trece o catorce años. Al principio me llevaba mi papá y jugaba con él.
En aquel entonces trabajaba como caddy en un campo de golf y con el dinero que sacaba jugaba dentro de mis posibilidades. Pero ya se me había despertado el “indiocomo se dice.
A medida que fui creciendo, el juego me fue acompañando.
Luego vino el noviazgo y el casamiento.
La noche de bodas dejé a mi mujer sola y me fui a jugar. No regresé hasta las siete de la mañana.
Empiezan los problemas
Mi mujer sabía que jugaba, pero en aquella época no había tanta información ni alarma. Jugar se consideraba más un entretenimiento.
Con el tiempo se descubrió que era una enfermedad incurable y progresiva
Después de casarme empezaron a surgir los problemas porque me iba de casa y no volvía en dos días porque me quedaba jugando.
En mi casa éramos seis pero a la hora de la comida sólo ponían cinco sillas porque yo nunca estaba.
Mis hijos eran muy chicos y no se daban cuenta, aunque les faltaba la presencia del padre en la casa.
Empecé a jugar cada vez más hasta perder el primero de los tres negocios que tenía.
Lo que menos pierde un ludópata es plata. El jugador compulsivo pierde la familia, la dignidad, la noción de la realidad, los buenos amigos que no juegan y se van apartando de uno…
La situación se fue deteriorando hasta que llegó la separación.


La adicción al juego o ludopatía puede iniciarse en cualquier etapa de la vida de la persona. Distintas características de tipo biológico, psicológico y social predisponen a una persona a desarrollar esta patología.

Por supuesto, también marcan una fuerte influencia la fácil disponibilidad a salas de juego, la escasa reglamentación al respecto y el rápido acceso al dinero que puede observarse en las sociedades actuales.

Es importante remarcar que la ludopatía no es una adicción que aparece de un momento para otro. En un principio se comienzan jugando sólo unas monedas, pero poco a poco la persona es invadida por el deseo de jugar sin frenos, destinando todos sus ingresos a esa actividad y desatando un círculo vicioso del que generalmente no puede salir sola.

Rehabilitación y autoayuda

Como en el caso de otras adicciones, es importante remarcar que el ludópata debe combinar, para su efectiva rehabilitación, el tratamiento psicológico profesional con la ayuda de sus pares mediante grupos de reflexión y análisis, además del apoyo del entorno familiar.

En estos grupos se comparten y vivencian distintas experiencias de otras personas que están atravesando actualmente o ya superaron la adicción al juego.

Mediante rondas de análisis de esas experiencias, y permitiendo al ludópata expresar lo que siente y por qué sufre, se van trabajando paso a paso distintas acciones que posibilitan el alejamiento de la persona de la actividad que le provoca adicción.

Por otro lado, mantienen su autoestima más elevada al observar progresivas mejoras y advertir que no es el único individuo en el mundo con ese problema.

Un apoyo muy importante es el otorgado por las personas con casos positivos de rehabilitación que puedan formar parte del grupo de autoayuda y contar sus experiencias.

Grupos de autoayuda y asociaciones

Aunque desgraciadamente la ludopatía es menospreciada como patología psicológica e incluso no es considerada una enfermedad, en distintas partes del mundo existen asociaciones y grupos de autoayuda específicos.

Entre otros, puede remarcarse la actividad que en una gran cantidad de países desarrolla Jugadores Anónimos en España, Argentina, Estados Unidos, etc.

Es muy destacable, además, el importante trabajo efectuado en México por la Asociación Civil “Jugadores en Recuperación”.
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El primer paso que deben dar los familiares es intentar resolver su propia situación emocional, posteriormente pueden intentar entender que están frente a una adicción, puesto que es demasiado fácil que la situación escape a su control y no deberían sentirse culpables.

La entereza con que planteen al jugador los objetivos y medidas a seguir, deben ir acompañadas con la comprensión de las reacciones que tiene el jugador, poniéndose emocionalmente en su situación, no sirve de nada hacer planteamientos de si me quisieras no jugarías, es necesario demostrar respeto como personas que son mientras se ofrece el apoyo para hacer lo necesario que mantenga la abstinencia en jugar que en realidad es su responsabilidad.

Aún así, insistid en que se ponga en tratamiento, a menudo no hay conciencia de enfermedad y se niega o no se quiere tratar con el convencimiento de que podrá hacerlo solo, proponga que es la mejor solución, que es más fácil con el apoyo profesional, que se genera más confianza con una buena rehabilitación, que os afecta a todos estar pendientes de las recaídas y os hace sufrir afrontarlo solos. En definitiva, que es demasiado importante para que se repita.

Normalmente, los familiares no tienen formación ni experiencia en afrontar adicciones y, las buenas intenciones sin estos dos elementos, a menudo conllevan el fracaso.

Por ello el consejo de ir a una asociación con profesionales , psicólogos o psiquiatras, con experiencia en juego patológico, nos parece imprescindible para resolver la singular situación emocional en que se encuentran, recibir la orientación necesaria frente a los problemas que surgirán, facilitar el cumplimiento de las medidas preventivas, de los puntos no negociables, y conseguir un abordaje terapéutico del jugador y su problema ,es importante comprender que la rehabilitación es un proceso largo y recuperar la confianza estará asociado a cumplir muchos objetivos diferentes, no sólo el control del dinero.

Evidentemente cuanto más consenso y apoyo familiar existe en este sentido más fácil será para el jugador aceptar que tiene el trastorno y revolverse por conservar unas relaciones afectivas que, a pesar de los engaños, siguen aceptándole .

Cuando el nivel de degradación de la enfermedad y las relaciones impiden esta situación, el pronóstico realmente es complicado y se hace imprescindible un trabajo impecable de socialización.

En cualquier caso se debe explicar al jugador, con elementos objetivos, qué es lo que está ocurriendo: las cantidades que sabéis que dedica a jugar, el tiempo que no está dedicando a la familia, su irritabilidad o nerviosismo, las mentiras que habéis contrastado, etc.

Podéis hacerle ver cómo os sentís vosotros: preocupados, engañados, tristes... y como puede intentar cambiar la situación que a su vez cambiará la situación emocional de todos, etc.

Mostraos dispuestos a ayudarlo, para cumplir unas medidas preventivas, un tratamiento que le ayude a dejar de jugar, a reiterar el apoyo a pesar de que recaiga o se equivoque, no dejéis de hacerlo mientras mantenga la disposición por luchar...

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